El rebozo mexicano data de hace más de 500 años, es una prenda que se confecciona a mano por talentosos artesanos en diversos estados de la república y que ha jugado un papel crucial a lo largo de la historia e identidad mexicana.
Descubre su historia y evolución a lo largo de la historia de esta icónica prenda.
El origen del rebozo es producto del mestizaje producido por la Conquista Española en nuestro país. Siendo la unión de dos prendas, el ayate prehispánico y la mantilla española. Sin embargo, el rebozo como lo conocemos actualmente nace hasta el año 1562.
En la época prehispánica mexicana, los indígenas usaban trozos de tela como parte de su vestimenta, el cual conocemos como ayate, este se componía de dos mantos largos de fibra de maguey y era usado por hombres y mujeres para transportar objetos y a los niños. El mamatl de algodón, por su parte, era también un lienzo empleado para transportar mercancía.
Con la llegada de los españoles, esta prenda prehispánica adopto características diferentes influenciadas por prendas españolas.
Debido a la evangelización surgió una nueva necesidad para las indígenas y mestizas, la cual era la obligación de cubrirse la cabeza para entrar a la iglesia. Al ser de sangre mestiza o indígena no podían utilizar la mantilla española, la cual era exclusiva de las españolas y criollas, por lo cual las mujeres optaron por utilizar el mamatl de algodón blanco para cubrirse la cabeza.
Con el tiempo esta prenda evoluciono su forma influenciada por la mantilla española. A finales del siglo XVI nace oficialmente el rebozo, el cual era usado por mujeres mestizas, negras y mulatas, convirtiéndose en una prenda característica de su identidad.
El rebozo se creó con una forma rectangular, tejida con hilos de algodón, seda o una mezcla de ellos y era teñida con una técnica prehispánica conocida como ikat. Con extremos prolongados con flecos o puntas que se trenzaban o anudaban entre sí y nacen los primeros estados productores de esta prenda, los cuales serian: Guadalajara, San Luis, Potosí, Puebla, Oaxaca, entre otros.
Tiempo después el rebozo modificaría totalmente su propósito religioso y se convertiría en un emblema del deseo de la libertad. Todo gracias a las adelitas.
Con la revolución mexicana, las mujeres vestirían rebozos y las adelitas lo adoptaron como una prenda característica de la mujer revolucionaria. Fue entonces cuando el rebozo se dejó de utilizar como un accesorio, ahora era usado de manera cruzada sobre el pecho para guardar los cartuchos de munición y salir a la lucha.
Con esto el rebozo tomaría un papel importante debido a su multifuncionalidad en la vida de las mujeres mexicanas y formaría parte de su día a día.
Con el tiempo el rebozo se convertiría en una prenda, fuente de inspiración e identidad, incluso artistas como David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera plasmaron a través de sus obras la majestuosidad de los rebozos. Además, esta prenda sería infaltable en cualquier guardarropa de las mujeres mexicanas.
El rebozo de algodón se convirtió en la prenda preferida de las mujeres tanto de la ciudad como las provincias, debido a su multifuncionalidad, lo empleaban tanto para las labores diarias, para el abrigo de los niños y en su día a día.
En cambio, el rebozo de seda se convertiría en un emblema de lujo y predilección entre las familias pudientes. Además, el rebozo se convertiría en una prenda emblema de artistas como Frida Kahlo y Maria Izquierdo, actrices como Dolores del Río y Maria Félix, lo portarían con orgullo en todas sus galas.
En la actualidad el rebozo se ha convertido en un emblema mexicano. Cuando vislumbramos el rebozo, entendemos que se entretejen no solo hilos, sino rasgos de identidad y de la expresión individual femenina mexicana.