Valientes, intrépidas, únicas son solo algunas de las palabras que podemos utilizar para describir a las mujeres que, sin temor alguno, arriesgan su vida en el deporte más hermoso y tradicional de México.
Desde su nacimiento a mediados del siglo XX, las escaramuzas han sorprendido a todo público. Teniendo presentaciones tanto nacionales como internacionales, han dejado constancia de su gran habilidad para dominar el caballo, el lazo y los lienzos. Descubre el origen de las escaramuzas.
Los orígenes de la charrería se remontan a la época colonial, cuando el uso de los equinos solamente estaba permitido a los españoles y criollos. Un buen día, durante la primera mitad del siglo XVII, fue concedida una de las primeras autorizaciones para que una veintena de indígenas montaran a caballo para vigilar y controlar el ganado de la Hacienda de Santa Lucía, filial de la de San Javier, en el distrito de Pachuca.
Esta moda llegó a la hacienda de Careaga, Azcapotzalco y Tlalnepantla, donde su propietario, Sebastián Aparicio, enseñó a los indígenas la doma de ganado bovino, y en secreto, la de caballar. Hecho que detonó el inicio de la charrería, arte que rápidamente se extendió hacia Aguascalientes, Colima, el actual Distrito Federal, Guanajuato, Michoacán, Jalisco y San Luis Potosí.
Hacia la década de los cincuenta del siglo veinte, además de territorio, la charrería también ganó el corazón de las mujeres. Al parecer, todo inició en 1925, cuando se eligió a Ana María Gabucio como capitana y reina de la antigua Asociación Nacional de Charros, años después, a Rosita Lepe, quien ideó una silla más cómoda y segura para ellas, y junto a su padre, creó el traje de charro femenino, en 1937.
Las prácticas de charrería son intensas, pues las personas que la practican deben poder controlar a sus caballos de manera impecable. Además, deben poner en práctica su coordinación, pues ante el más mínimo error los accidentes podrían ser terribles para quienes integran el equipo. Las escaramuzas charras son consideradas parte del deporte desde 1989, año en el que se creó un reglamento específico para ellas.
La vestimenta típica de las escaramuzas está conformado por sombrero, botas, una espuela del lado izquierdo, vestido, crinolina, rebozo, moño para el cabello, vara, riendas y la montura.